El flamenco al fin recupera
el poemario ‘Cante hondo’ de Manuel Machado
Flamenco-world.com, diciembre de 2008
Sin saberlo, muchos cantaores cantan
como populares coplas del poeta sevillano Manuel Machado.
Pertenecen a su obra ‘Cante
hondo’ (1912) que, después de varias décadas
relegada a los anticuarios, vuelve a editarse. La Editorial
Nortesur reproduce la segunda edición, fechada en
1916. A los versos añade el primer ensayo sobre el
flamenco, escrito por el padre del autor, el folclorista
Antonio Machado y Álvarez ‘Demófilo’,
como prólogo a su ‘Colección de cantes
flamencos’ de 1881, así como una semblanza
del padre escrita por el hijo en 1947.
Manuel y Antonio Machado
Según cuenta la leyenda, Manuel
Machado vendió mil ejemplares de ‘Cante hondo’
el primer día. Aquella primera edición de
la obra vio la luz en 1912, plasmando la querencia del poeta
sevillano por el cante flamenco y la poesía anónima
popular. Aunque la relación entre lo jondo y los
Machado venía de lejos, pues su padre, el folclorista
Antonio Machado y Álvarez ‘Demófilo’,
ya publicó en 1881 la recopilación de letras
‘Colección
de cantes flamencos’.
Tan atinadamente captó el carácter
del cante que todavía hoy muchos de sus versos son
tomados por los cantaores como populares. Sin ir más
lejos, suyo es ese estribillo que Paco
de Lucía introdujo en su último disco
‘Cositas buenas’: “Una fiesta se hace/
con tres personas:/ una baila, otra canta/ y la otra toca./
Ya me olvidaba,/ de los que dicen “¡ole!/ y
tocan las palmas”. Y, de hecho, esa era su intención
pues, como dice explícitamente en la introducción
de este volumen: “Cantadlas y no hayáis miedo
de que yo reivindique la propiedad”.
En ese texto que abre el libro confiesa
su admiración por cantaores de su época y
anteriores como Manes el Fillo, La Andonda, Silverio,
La Niña de los Peines, Niño de Cabra y El
Mochuelo, entre otros. También se explica sobre el
carácter de sus versos: “Yo mismo, andaluz,
sevillano hasta la médula (de allí soy, de
allí mis padres y mis abuelos), canto al estilo de
mi tierra los sentimientos propios, sin otra idea que la
de aliviarlos o exaltarlos, según me duelen o me
complacen”. Y así lo plasma en soleares, malagueñas,
polos y cañas, tonás, seguiriyas, alegrías,
livianas o pregones.