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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL DE DANIEL GOLEMAN Para Daniel Goleman, Inteligencia Emocional es: “La capacidad para entender nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, controlar nuestros impulsos, razonar, permanecer tranquilos y optimistas cuando nos vemos ante dificultades y permanecer a la escucha del otro”. Y afirma que: “ son habilidades cruciales para desenvolverse en la sociedad actual”. La esencia de su teoría se centra en darle tanta importancia a la Inteligencia Racional como a la Emocional, entendiendo esta como la capacidad para expresar y manejar los sentimientos. “Nuestras acciones dependen tanto de nuestro corazón (sentimientos) como de nuestra cabeza (pensamientos)”, afirma Goleman. La Inteligencia Emocional pretende armonizar la razón con la emoción. La medida de la Inteligencia Racional es el C.I. o Coeficiente Intelectual, pero en el caso de la Inteligencia Emocional no se puede hablar de un C.E. o Coeficiente Emocional, porque todavía no se ha encontrado la manera de medirla, aunque sí hay parámetros que ayudan a discriminar al respecto. Al igual que dice Gardner, Goleman asevera que tener una elevada inteligencia racional no implica ser inteligente emocional. Hay personas muy inteligentes a nivel racional, con un  discurso lógico, aparentemente coherente, que manifiestan un pensamiento sistemático o científico brillantes y que sin embargo son analfabetos emocionales porque no manejan en absoluto el mundo de lo emocional. Y por el contrario, hay personas con alta inteligencia emocional, que expresan emociones fuertes, comprometidas, que toleran las emociones ajenas, que promueven las relaciones emocionales y saben cómo abordar conflictos interpersonales y sin embargo tienen poco desarrollo intelectual. Una propuesta interesante es la del conocido psicólogo norteamericano Salovey que sugiere cómo aportar más inteligencia a nuestras emociones: prestando atención continua a los propios estados de ánimo para detectar los sentimientos en el mismo momento en el que aparece. Éste es el primer paso para llegar a ser dueños de las emociones, conocerlas. Es decir, que al estar conscientes de nuestro estado emocional podremos mejorarlo a voluntad. La Inteligencia Emocional también significa reconocer los sentimientos ajenos. Al ponerse en el lugar del otro la empatía ayuda a ello. El interés que suscita el desarrollo de la Inteligencia Emocional a nivel individual y social no ha hecho más que empezar, y en el futuro será un elemento clave a considerar dentro de las relaciones intraempresariales, aquéllas que se dan dentro del entorno empresarial.

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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL DE DANIEL GOLEMAN Para Daniel Goleman, Inteligencia Emocional es: “La capacidad para entender nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, controlar nuestros impulsos, razonar, permanecer tranquilos y optimistas cuando nos vemos ante dificultades y permanecer a la escucha del otro”. Y afirma que: “ son habilidades cruciales para desenvolverse en la sociedad actual”. La esencia de su teoría se centra en darle tanta importancia a la Inteligencia Racional como a la Emocional, entendiendo esta como la capacidad para expresar y manejar los sentimientos. “Nuestras acciones dependen tanto de nuestro corazón (sentimientos) como de nuestra cabeza (pensamientos)”, afirma Goleman. La Inteligencia Emocional pretende armonizar la razón con la emoción. La medida de la Inteligencia Racional es el C.I. o Coeficiente Intelectual, pero en el caso de la Inteligencia Emocional no se puede hablar de un C.E. o Coeficiente Emocional, porque todavía no se ha encontrado la manera de medirla, aunque sí hay parámetros que ayudan a discriminar al respecto. Al igual que dice Gardner, Goleman asevera que tener una elevada inteligencia racional no implica ser inteligente emocional. Hay personas muy inteligentes a nivel racional, con un  discurso lógico, aparentemente coherente, que manifiestan un pensamiento sistemático o científico brillantes y que sin embargo son analfabetos emocionales porque no manejan en absoluto el mundo de lo emocional. Y por el contrario, hay personas con alta inteligencia emocional, que expresan emociones fuertes, comprometidas, que toleran las emociones ajenas, que promueven las relaciones emocionales y saben cómo abordar conflictos interpersonales y sin embargo tienen poco desarrollo intelectual. Una propuesta interesante es la del conocido psicólogo norteamericano Salovey que sugiere cómo aportar más inteligencia a nuestras emociones: prestando atención continua a los propios estados de ánimo para detectar los sentimientos en el mismo momento en el que aparece. Éste es el primer paso para llegar a ser dueños de las emociones, conocerlas. Es decir, que al estar conscientes de nuestro estado emocional podremos mejorarlo a voluntad. La Inteligencia Emocional también significa reconocer los sentimientos ajenos. Al ponerse en el lugar del otro la empatía ayuda a ello. El interés que suscita el desarrollo de la Inteligencia Emocional a nivel individual y social no ha hecho más que empezar, y en el futuro será un elemento clave a considerar dentro de las relaciones intraempresariales, aquéllas que se dan dentro del entorno empresarial.

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