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ostia
Cuento escrito en 1890 por Tomas Carrasquilla, donde parece burlarse de la superstición y la brujería, relata las andanzas de un pequeño niño llamado Antonio, hijo menor, enclenque y enfermizo, obsesionado con ser brujo, gracias a los relatos de la esclava negra, Fructuosa Rúa, narrando las cualidades de brujas y duendes, describe que pueden volar, generalmente lo hacen en las noches entre los tejados de las casas, junto con su amigo y vecino, Pepe Ríos, deciden convertirse en brujos y volar, con aceite, pelos, citando tres veces esta frase ”No creo en Dios ni en Santa María” cuenta el mito que podrán lograr su proeza.

El nombre del cuento hace referencia a un personaje, era un hechicero de Samaria que fue convertido al cristianismo por Felipe el Evangelista. De acuerdo a la versión difundida desde Hechos de los Apóstoles, Simón intentó, en una oportunidad, sobornar a los apóstoles para que éstos pudieran transmitirle los poderes del Espíritu Santo. A raíz de esa situación, el nombre de este personaje sirvió de origen al concepto de simonía, un término que hace referencia a la comercialización deliberada de beneficios eclesiásticos.

Es un relato realmente rico en cuanto se habla de descripciones y adjetivos, sin embargo al principio no llama la atención. En cuanto al tema, las brujas, no es apropiado para los creyentes y sobre todo como cuento dirigido a los niños o jóvenes no muestra valores definidos o enseñanza alguna para la convivencia es mas que todo sobre creencias.
Simón el Mago, gran rival de Cristo 
¡Pobre Simón el Mago! Contemporáneo de Cristo, sin duda fue su mas poderoso rival. ¿No lo convirtió la literatura cristiana de los primeros siglos en una especie de monstruo anticristo, de fundador histórico de la gnosis de nombre mentiroso según la expresión de Ireneo de Lyon.
Simón se diferencia netamente de los otros pseudomesías de la época. Hoy se sabe, sobre todo a través de sus detractores, que Simón el Mago fue el "padre de la gnosis". Se le debe la elaboración de uno de los primeros sistemas gnósticos. En "Les Gnostiques", Madeleine Scopello define claramente la gnosis como "un don divino reservado a unos elegidos, que les permite unirse a Dios o, mas aun, reintegrarlo" Simón defiende a menudo la tesis según la cual existe detrás del Dios creador otro Dios oculto, que se asemeja a la Deidad de la que habla Maestro Eckhart. Por eso polemizó larga y violentamente con los primeros cristianos, sobre todo con Pedro.
El otro rasgo distintivo de Simón es su carácter de mago. Al igual que Jesús, obra numerosos milagros públicos y maravilla a las masas. También es capaz de mostrarse aterrador. Sus prodigios causan miedo: entra en las ciudades rodeado de espectros, hace caminar a las estatuas, etc. Desgraciadamente, la mayoría de las fuentes sobre este Mesías herético proceden de sus adversarios cristianos. Por consiguiente, resulta muy difícil distinguir la verdad de la leyenda, ya que autores como Ireneo de Lyon o Clemente de Alejandría lo presentan siempre como un ser pérfido deshonesto y, forzosamente, peligroso.
He aquí en cualquier caso un posible resumen de la vida alucinante de Simón el Mago.
Nuestro hombre nace en Gitta, en Samaria, aproximadamente en la misma época que Cristo. Es samaritano. Pertenece, pues, a una entidad religiosa muy concreta que todavía hoy sobrevive en Israel. La doctrina samaritana se asemeja muchisimo al judaísmo. Incluso puede ser considerada una rama disidente, aun cuando los samaritanos se refieren estrictamente al Pentateuco. Se trata de un puro monoteísmo, despropósito de toda influencia gnóstica.
En tales condiciones, Simón no puede ser considerado en absoluto el Mesías esperado por los samaritanos, el Taheb. No se sitúa en la ortodoxia samaritana. Nuestro hombre descubre en seguida en si mismo una naturaleza divina. Se declara el verdadero Cristo y acaba por considerarse la emanación directa de Dios en la tierra.
Predicador itinerante, recorre el mundo mediterráneo en compañía de una soberbia prostituta llamada Helena, a la que ha comprado en un burdel de Alejandría. Para sus discípulos, ¡Helena es la encarnación del pensamiento divino! Allí por donde pasa, Simón obra los milagros más asombrosos. En sus Homilías, donde la emprende violentamente contra "el herético", Clemente de Alejandría cita el curioso testimonio de un tal Aquila. "Simón hace caminar a las estatuas; se revuelca sobre el fuego sin quemarse; a veces incluso vuela; convierte las piedras en pan; se metamorfosea en serpiente o en cabra y aparece con dos caras; se transforma en oro; abre puertas cerradas con llave; rompe el hierro; en los festines, hace aparecer fantasmas dotados de las formas más diversas; obedeciendo sus ordenes, los muebles de una casa se presentan por si solos para el servicio, sin que se pueda ver quien los pone en movimiento". Clemente expresa evidentemente su asombro ante semejante relato, y añade: "Pero Aquila y Niceto me aseguraron haber visto con sus propios ojos muchisimos prodigios de esta clase".
Aquí nos encontramos ante uno de los mayores misterios del mesianismo. A lo largo de la historia se ve a presuntos Mesías obrar milagros públicos. Tomemos el caso de Simón. La autenticidad de los prodigios se encuentra avalada por dos de sus feroces adversarios cristianos: Niceto y Aquila. ¡Dos discípulos de Cristo reconocen que aquel al que tienen por un impostor realiza a veces los mismos milagros que su Dios! Es realmente extraño.
En realidad, Clemente y los demás cristianos no niegan los prodigios de Simón, sino que los atribuyen a la magia e insisten constantemente en su aspecto negativo. Es preciso decir que el mago samaritano adopta en ocasiones aspecto de brujo, tal como atestigua Berenice, hija de la cananea Justa, que reside en Tiro, en Fenicia: "Pero escuchad ahora los otros hechos que conciernen al propio Simón y que tal vez ignoráis. Todos los días hace que aparezcan en plena plaza publica espectros y fantasmas, llenando así de estupor a toda la ciudad. A su paso, las estatuas se ponen en movimiento. Va precedido de una multitud de sombras que según él son almas de muertos.